domingo, 4 de enero de 2015

Políticamente incorrecta: la motivación.

Tengo una compañera de trabajo a la que tengo por buena profesora e incluso un punto sabia. En una ocasión nos entretenía una conversación que es bastante frecuente, al menos entre los profesores de escuelas de música: hablábamos de que muchos alumnos no estudian lo suficiente y que, al parecer, algunos de ellos son inmunes a cualquier estrategia pedagógica. Bueno, tal vez no debería decir "muchos alumnos" y sería más justo hablar de "algunos alumnos", o tal vez nos acercaríamos más a la realidad si dijéramos "bastantes alumnos" o, si se tratara por ejemplo de valorar el trabajo que se hace en verano, "la mayoría de los alumnos".  Y...vale, admitamos que en verano puede suceder lo que al trabajador del chiste: al no ver al jefe (en este caso el profesor de oboe en una clase) a uno le da por flojear...pero -esta vez- voy a tratar de no irme por las ramas.


Volvamos pues a aquella conversación con mi compañera. En un momento concreto dijo algo que se me quedó grabado: "Yo sólo puedo dar el cien por cien de mi cincuenta por ciento". ¡Cuántas veces he parafraseado a mi compañera después de aquel día!

Y es que a los profesores de hoy en día nos ha caído una gran losa sobre la chepa. La losa se llama "motivación". Hay que motivar al alumno, hacer lo que sea para conseguir que se entusiasme, aprenda, disfrute, se encandile, ame la música y el instrumento que tiene entre las manos (o el dibujo técnico, las matemáticas, el álgebra, la filosofía)...y estudie. La responsabilidad sobre el éxito final de la aventura ha caído de tal modo sobre el profesor que se diría que el alumno no tiene ninguna. ¿Qué pasa con su cincuenta por ciento?

Preparé el temario para mi oposición a lo largo del verano del año 2007. En junio se había publicado la Orden ECI/1889/2007, de 19 de junio, por la que se establece el currículo de las enseñanzas elementales de música (y bla bla) que, si tenéis humor y tiempo tonto, podéis ver completa por ejemplo en este enlace. Esta Orden es parte de la diarrea jurídica que suele suceder a cada nueva ley que aprueba cada nuevo Gobierno. En este caso previamente se había aprobado la Ley Orgánica de Educación (LOE).

Me serví entre otras fuentes de esta Orden para preparar los temas pedagógicos. La introducción a la ley es muy suculenta. En ella podemos encontrar párrafos como éste:

"Por ello, se deberá tener en cuenta que los alumnos de este nivel educativo se encuentran en la edad infantil y es especialmente importante que el profesor establezca en el aula un clima de confianza, cooperativo, divertido y bien humorado. La práctica musical debe resultar una experiencia placentera para el alumno y el carácter lúdico y el juego en la clase no son enemigos de un buen proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que, por el contrario, conformarán una estrategia acertada que permita un aprendizaje más funcional y significativo."

A veces, cuando se topa una con las parrafadas pomposas que vomita la pedagogía moderna, tiene la sensación de estar comiendo el pastel de toda la vida pero con mucha nata, guindas, fideos de colorines y hasta bengalas. No debería ser necesaria una ley para que un docente -al que se le supone un cerebro algo sano y un uso elemental de la lógica- se dé cuenta de que el niño funciona mejor en un clima de confianza que en uno de desconfianza. Por otra parte, si nos dan a elegir, creo que todos escogeríamos divertirnos en lugar de aburrirnos y estar de buen humor a estar amargados.
Sigamos analizando el párrafo antes citado.
¿Por qué creen que necesitamos los profesores que nos digan eso de que "el carácter lúdico y el juego en clase no son enemigos de un buen proceso de enseñanza-aprendizaje"? Da la impresión de que los pedagogos que han asesorado a los juristas que redactaron la ley han descubierto que, hasta ahora, los pobres chavales no lo pasaban bien aprendiendo a tocar un instrumento. Vaya, al parecer es un auténtico milagro que la práctica instrumental haya logrado sobrevivir a pesar de cientos de años de aburrimiento absoluto. Por lo visto, hasta la mesiánica llegada de la moderna pedagogía a la enseñanza musical, no existía una razón lógica por la cual un ser humano racional quisiera dedicarse a algo tan tedioso como tocar un instrumento. ¿No viene a afirmar esa frase que en tiempos pasados -y peores, claro- se creía que la diversión y el juego eran enemigos de un buen proceso de enseñanza-aprendizaje?

Más adelante parece que los autores se dan cuenta de que, en lo que a aprendizaje (perdón, habrá que decir "enseñanza-aprendizaje") instrumental se refiere, no todo se soluciona jugando: "...en algunos instrumentos, cuyo dominio inicial es especialmente arduo debido a sus características específicas y en los que se demora la realización musical de pequeñas obras o ejercicios con los que el alumno pueda disfrutar, es conveniente incidir en la práctica musical temprana con el instrumento que es más cercano a todos y al que se puede acceder de manera más directa: la voz.

Vaya, al parecer hay instrumentos que se resisten incluso al juego, el buen humor, la diversión y las láminas de colorear corcheas. Será que...¿¿¿hace falta estudiar??? ¿O tal vez no hace falta estudiar en absoluto? Si seguimos leyendo la introducción de la Orden tal vez podríamos aclarar este gran misterio.

Encontramos una breve frase que parece resumir todos los principios de la Orden ECI ECI/1889/2007 (más que nada porque empieza por "en suma"):
"En suma, la finalidad de estas enseñanzas es la de promover la autonomía de los alumnos que les permita desarrollar su capacidad de expresión artística, su creatividad musical, para ser así partícipes de su propio proceso de aprendizaje."
Voy a analizar primero esta parte de la frase:  "...la finalidad de estas enseñanzas es la de promover la autonomía de los alumnos que les permita desarrollar su capacidad de expresión artística, su creatividad musical..."
No me parecen mal que queramos conseguir que los alumnos sean artistas creativos. Tendréis que permitir ahora que esta abuela recuerde sus tiempos de conservatorio...
Yo estudié el Grado Medio y el Superior que inventó la LOGSE. Gracias a esto tuve la enorme suerte de tener la asignatura de piano complementario. La primera vez que matriculé esta asignatura conocí el aburrimiento de la mano de un método que me hacía tocar tararas y otras canciones populares que habían caído en el más absoluto de los desusos populares hace un par de generaciones. Por otra parte, pretendían que improvisara y fuera creativa con un instrumento que acababa de encontrarme y que al principio podía tocar sólo con una mano y sólo una nota cada vez. ¡Qué atasco! Me preguntaba yo por qué no me dejaban improvisar con el oboe con el que alguna nota más sabía hacer. Finalmente conseguí convencer a todos mis profesores de piano complementario durante el resto de mis años de conservatorio para que me enseñaran a tocar el piano. Ya sabéis, a hacer escalas, arpegios, tocar estudios y piezas de música clásica. ¡Qué gozada! Ah, y la improvisación con el oboe llegó en el Superior. Otra gozada.

¿Qué pretendo decir con todo esto? Pues que, según mi experiencia, cuanto mayor es el dominio técnico de un instrumento, mayores serán las posibilidades creativas del instrumentista. Y, ¿cómo se consigue un buen dominio técnico de un instrumento? Sólo hay una manera: practicando. Hablando en plata: estudiando.

Vayamos ahora con la segunda parte de la frase: "...para ser así partícipes de su propio proceso de aprendizaje."
Promover la autonomía de los alumnos para que sean partícipes de su propio proceso de aprendizaje...¿no tiene algo que ver con proporcionarles herramientas para que estudien con provecho en casa? 
 ¿Ha inventado algo la ley o ha recogido ideas preexistentes? Si me lee algún profesor, estará de acuerdo conmigo en que, entre los padres de los alumnos, no son pocos los que, cuando les decimos que su oboísta no estudia lo suficiente (por no decir que estudia poco o nada), nos responden con eso de que ellos sólo quieren que lo pase bien con la música. La música, ante todo, debe ser divertida. Pero resulta que no le han apuntado a una discoteca sino a una escuela de música, donde enseñamos a tocar instrumentos. A veces tenemos que convencer a los padres de que sus hijos no disfrutarán con el instrumento si no estudian, y con cierta frecuencia nos responden eso de "no, si yo no quiero que mi hijo sea un virtuoso".

Y yo me pregunto: ¿cuánto es aprender sólo un poco de música? ¿solamente Do Mayor? ¿hasta dos alteraciones? ¿se trata de repetir hasta la saciedad las cinco primeras lecciones del libro sin llegar nunca a empezar con la sexta?

He observado que los alumnos más motivados suelen ser los más estudiosos. Atención: no he dicho los que tienen más facilidad ni nada parecido. He dicho los más estudiosos. Estudian, avanzan, tocan lecciones y piezas cada vez más difíciles...y el reto de poder subir un nuevo escalón de dificultad les hace practicar más. ¿Cuánto tiene que ver conmigo que unos estudien y otros no?

Haré todo lo que pueda con mi cincuenta por ciento. Mi meta como profesora será llegar al cien por cien de ese cincuenta por ciento. Puedo asumir que parte de mi cincuenta por ciento sea hacer ver al alumno que tiene la responsabilidad de su cincuenta por ciento -aquí entra en juego aquello de la motivación-, y animarle a afrontar ese reto. También trataré de hacer ver a los padres que en ese cincuenta por ciento que transcurre fuera del aula ellos tienen algo que hacer, que no pueden ser sólo observadores del proceso de aprendizaje de su oboísta. Pero no seré yo la única responsable de sus fracasos...ni de sus éxitos.

P.D.: Este artículo ha sido el más leído de lo que he publicado hasta ahora, y ha tenido curiosas consecuencias. Una de ellas fue una reunión de profesores de oboe en la que hablamos de estos y otros temas pedagógicos. Resumí lo tratado en esta reunión en esta entrada del blog:

http://marratibelmusica.blogspot.com.es/2015/02/reunion-de-oboistas-acta-informal.html

Por otra parte, mi maestro oboísta Juan Mari Ruiz, promovió la celebración de una mesa redonda -en la que tuve el placer de participar- con el título "El aprendizaje instrumental en las escuelas de música. Introducción y adecuación de nuevos repertorios". Él mismo ha publicado en su blog un artículo que resume muy bien los temas y opiniones que surgieron durante el debate.

http://www.jmroboe.com/blog/2015/03/30/El-repertorio-en-la-clase-de-instrumento.aspx