martes, 6 de mayo de 2014

Tenemos un aprendiz de músico en casa (y 2)

(Con esta segunda parte espero ayudaros a concretar un poco aquello de ayudar a vuestros hijos a estudiar)

2º ¿Cómo podría yo ayudar a mi oboísta si no tengo ni idea de música?

Hay MUCHO que pueden hacer quienes no saben música. Lo primero, animar, hacerle ver cuánto está aprendiendo cuando veáis que se desanima, participar con él, hacerle saber que nos importa y nos ilusiona lo que está haciendo. Además, los progresos se notan aunque no sepamos música.
Por otra parte, de lo que os decía sobre el trabajo técnico podéis deducir que hay muchos y muy importantes aspectos que no tienen nada que ver con saber leer solfeo (que es en lo que se suele pensar cuando uno dice que no sabe música). Si asistís a una clase y observáis las indicaciones del profesor sobre, por ejemplo, la posición corporal correcta para tocar, ya estaréis preparados para observar si vuestro hijo tiene una posición correcta cuando toca en casa.

3º Concretamente, ¿cuánto y cómo tengo que corregir a mi aprendiz de músico?

Como en casi cualquier cosa en la vida, encontrar el equilibrio ideal en algo es sumamente difícil. Os diré que en este caso tendremos que encontrar el punto medio entre la corrección continua y la complicidad excesiva. Trataré de explicarme...

- NO hay que corregir tanto que el niño no pueda tocar dos notas seguidas sin ser interrumpido. Es mejor ayudar al niño a tocar con consciencia. 

¿Cómo? Por ejemplo, podemos pedirle que, antes de ponerse a tocar, dedique unos segundos -puede ser con los ojos cerrados- a observar su posición corporal y luego, mirando la partitura, piense un poquito en lo que va a tocar (alteraciones, respiraciones, ligaduras). Después le dejamos tocar. Cuando acabe, le invitaríamos a analizar un poquito lo que ha hecho. Que se haga preguntas: ¿he respirado bien? ¿cómo era mi posición -cuello, espalda, manos, labios...- cuando tocaba? Si se ha liado en algún pasaje, ¿será que necesito trabajar un poquito ese compás más despacio?, etc.
Lo más importante (y que a veces nos cuesta también a los profesores) es decir primero lo positivo, lo que han hecho bien, y después entre los dos corregir lo que sea necesario. 
Para los principiantes a veces tendremos que centrarnos en uno o dos aspectos dejando otros para más adelante, o para otra semana. En este sentido os tendréis que fiar del profesor. A veces pensaréis: "¿Por qué no le dice nada de cómo está respirando?". Seguramente habrá otra cuestión que el profesor querrá trabajar y en la que desee que se centre la atención del niño en ese momento.

- Tampoco es buena esa complicidad que todo lo disculpa para no agobiar. Los padres también tienen que ser conscientes de que el aprendizaje cuesta un esfuerzo, y a veces sacrificio. En mi opinión el estudio de un instrumento proporciona a los hijos un entrenamiento importante para aprender a convivir -y a quererse- con la frustración y con las propias limitaciones, además del impagable ejercicio de la constancia y la paciencia, tan necesarias para el propio crecimiento intelectual y personal.

3º ¿Cómo podría animar a mi aprendiz cuando, a pesar del trabajo que realiza, cree que no avanza y se frustra?
Para empezar...¡¡¡pedidle al profesor que le haga más cañas!!! Bueno, esto es casi una broma. Casi. Ya sabéis a estas alturas que las cañas nos pueden jugar malas pasadas, que son frágiles, que ayer sonaban bien y hoy suenan a rayos catódicos...y esto desorienta y frustra mucho a los niños. A veces vuestros hijos os dirán que no pueden tocar porque las cañas no funcionan y "algunas veces de esas veces" esto será totalmente cierto. Todos los oboístas hemos pasado momentos duros a causa de las cañas, llegando a mirar con envidia a los flautistas cuando montan su instrumento, lo soplan, ¡y suena! ¿Qué oboísta no ha pasado por aquello de montar y, antes de soplar, preguntarse si sonará?

Otro consejo que os puedo dar es que en esos momentos en que cree no avanzar le hagáis tocar una pieza de las que hace unos meses, o el curso pasado, le parecieron difíciles. ¡Por supuesto que avanzan, y mucho!

También os aconsejo que le llevéis a ver conciertos. De orquesta, de banda, de cualquier tipo de agrupación en su escuela, en teatros, auditorios, en la calle, donde sea. Que se imagine así, tocando, haciendo música, viviendo la música desde dentro. Que vea tocar a otros compañeros, que acuda a audiciones en la escuela de su instrumento o de otros. Que busque en internet vídeos que tengan a su instrumento como protagonista. Que viva la música y que desee la música. Hacedle saber que hay mucha gente por ahí que hubiera deseado tocar un instrumento, y ellos lo están haciendo, y van a disfrutar muchísimo con ello. 

Os aseguro que muchas de las mejores horas de mi vida las he pasado haciendo música...









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