lunes, 31 de marzo de 2014

Los admirables inventores anónimos

Soy de esas que se hacen preguntas tontas. Por ejemplo, puedo estar cocinando unas croquetas y preguntarme cómo pudo ocurrírsele a alguien alguna vez inventar las croquetas. Me sobra un poquico de carne, hago una bechamel gorda, lo mezclo todo, cuando se enfría hago unas bolitas que pasaré por huevo y pan rallado, las freiré y ¡tendré unas croquetas! Parece muy sencillo pero yo cuando pienso esas cosas me digo también que si por mí fuera estaríamos todos aún masticando hígados de mamut y recolectando bayas. Por supuesto, si por mí hubiera sido la humanidad se habría extinguido porque tengo la seguridad de que, tras elegir las bayas más rojas, brillantes y carnosas, mi tribu al completo se habría envenenado. Y se acabó la humanidad.
Sabemos todos eso de que Thomas Edison inventó la bombilla y es un invento digno de que su autor pase a la historia con nombre y apellidos pero...¿Qué pasa con los de inventores anónimos que han hecho del picadillo una albóndiga... y de la chirimía un oboe? ¿No son igualmente admirables?

En esta foto podemos ver el resultado de tantas horas pasadas en oscuros y desordenados talleres. Entre las mil y una estanterías, alacenas, mesas y mesillas se desparraman herramientas de toda forma y tamaño, trozos de maderas frutales, locales o exóticas, barnices, ceras y colorantes, brochas y pinceles, velas medio derretidas, máquinas caseras (que mucho más adelante serán sofisticadas, automáticas y motorizadas)... 
El suelo está cubierto de virutas y serrín y algún ratoncillo voraz, al amparo de los deshechos, está comiendo un mendrugo de pan que alguien, en su ensimismamiento, ha dejado caer. Huele como a cerrado con cera y barniz. El artesano-investigador lleva unos viejos anteojos y tiene a mano unas cuantas cañas para probar los resultados. 
Si por mí fuera estaríamos todavía golpeando piedras y canturreando con sonidos abisales e incomprensibles. Pero gracias a tanta gente creativa y habilidosa puedo hoy tener uno de esos oboes negros entre las manos y hacer música. ¡Gracias, queridos inventores anónimos!


viernes, 28 de marzo de 2014

Crónica de una excursión musical

Esta crónica está especialmente dedicada a los padres que, como yo, quisieran tener siempre un agujerico para ver qué hacen sus hijos cuando no están con ellos. Uno se pierde tantas cosas...

Voy a abrir ese agujero imaginario y os voy a contar cómo fue la "excursión musical" que ayer hicieron vuestros hijos al Auditorio Baluarte para asistir al concierto de la Orquesta Sinfónica de Navarra interprentando en la primera parte -y con Olga Kern al piano- el concierto número 3 para piano de Rachmaninov y, en la segunda parte, "Sheherezade" de Rimsky-Korsakov.

Llegamos todos muy puntuales a la puerta del Auditorio. Acudieron nada menos que 21 alumnos de la Escuela entre oboístas, fagotistas y algunos de sus hermanos. ¡Bravo por vuestro interés! 
Nos habían dado entradas en las primeras filas: unas pares, otras impares. Andrea se llevó a los "niños pares" y yo a los impares. Pero, ¡oh sorpresa!, cuando quisimos tomar posesión de nuestros asientos encontramos algunos de ellos ocupados. Ya sabéis cómo es ese tipo de situación: uno sonríe muchísimo y dice al sorprendido espectador de turno: "Lo siento, creo que tengo la butaca 23 de la fila 7". Entonces el espectador afectado mira su entrada con cierto nerviosismo y puede decir que se ha confundido y que lo siente mucho o...¡¡que él también tiene la butaca 23 de la fila 7!!
Así sucedió con varios espectadores sonrientes y posesores de las mismas localidades que nosotros. Entonces, con mucha amabilidad, uno de ellos me preguntó si nuestras entradas eran para ese concierto o para el del día siguiente. Miré yo las entradas y, ¡oh cielos y más cielos!, en nuestras entradas había escrito un incómodo "13 de marzo" que no tenía nada que ver con la fecha en que vivíamos, que era el 27 de marzo.
Entretanto vuestros hijos, los del agujerico, estaban muy formales y diría que divertidos viendo la escena y supongo que ansiosos por conocer el desenlace. Yo me preguntaba qué haría en caso de que tuviera que irme de allí con 21 niños decepcionados a los que los padres íban a recoger dos horas después. 
Por otra parte, se acercaba peligrosamente el momento de empezar el concierto y allí estábamos nosotros, con nuestras entradas caducadas. Entonces el personal del auditorio empezó a movilizarse -literalmente a correr por el patio de butacas- y nos encontraron toda una fila libre en la que cabíamos todos. Justo a tiempo.
Y empieza el concierto. Espectacular. Preciosa música. Gran solista.
Unos diez minutos después de empezar se habían dormido dos pequeños. Es normal, uno llega, después de una agotadora jornada escolar con sus matemáticas y sus balonazos, y tras alguna clase de instrumento o solfeo o entrenamiento o todo ello seguido en una sola tarde, a una sala en penumbra, se sienta en un sillón blandito y le ponen música de fondo...y se duerme.
Algún pequeño de siete años se llevaba unos cromos para darles unas vueltas en caso de aburrirse pero estuvo tan ensimismado con lo que pasaba en el escenario que tardó un buen rato en sacarlos. Algunas jugaban a acercar y alejar sus gafas para comprobar si podían así tener un efecto de prismáticos. Otras en algún momento se prestaron las pulseras o se daban clases de anudarlas y desanudarlas. Eso sí, todos estaban muy formales y calladitos. También hubo tiempo para leer las notas al programa en las que contaban que, cuando Rachmaninov viajó a Estados Unidos para realizar una gira en la que tocaría este tercer concierto ensayó la parte solista en su camarote, en uno de esos pianos "mudos" que no suenan para no molestar a los pasajeros.

Llegó el descanso. Los más pequeños se fueron a casa creo que contentos por la experiencia. Los que nos quedamos decidimos que la próxima vez llevaremos un bocadillo para entretener ese rato y, de paso, aguantar sin desfallecer hasta el final de la segunda parte...¡que acabó a las diez de la noche! Pero fue muy muy bonito escuchar "Sheherezade". Algunos íbamos leyendo los títulos de las partes de la obra y fantaseábamos con lo del príncipe y la princesa...hasta que llegó el último movimiento en el que el barco chocaba con los arrecifes. ¡La historia acaba mal!
Alguna se sorprendió de no ver a la pianista y me preguntó dónde estaba. Yo le contesté que en su hotel. Y esta niña dijo: "¡Qué morro, se va antes que nosotros!"

Ha sido una muy buena experiencia para todos. ¡Repetiremos!

martes, 25 de marzo de 2014

Cómo estudiar

¡¡Noooo, ya está María con eso de la lectura, el metrónomo!!

Pues sí, queridos amigos. Repetiré una vez más lo que tantas veces me oís decir en clase: "si no sabemos qué pone, nunca podremos tocarlo" y "si no nos sale despacio, jamás nos saldrá rápido". También aquello de que a veces creemos que una pieza es difícil para nuestros dedos y, en realidad, sucede que nuestros dedos no saben a dónde ir porque nuestro cerebro no les ha dicho qué notas están escritas en la partitura.

A este respecto y para que veáis que esto no es una manía de vuestra profesora, os recomiendo la lectura de un interesante artículo que publicó el tubista David López en su blog:

http://www.davidlopeztuba.com/1/post/2013/12/practicar-lentamente-es-realmente-necesario.html


Y ahora os recuerdo lo que siempre os digo:

1º Leed la partitura. Con metrónomo. Marcando el compás con el brazo. Despacio. "¿A cuánto?" me preguntará alguno de vosotros. Yo, como siempre, responderé: "A una velocidad que te parezca MUY fácil".

2º Tocad la pieza MUY despacio. Despacio. "¿A cuánto?" me preguntará alguno de vosotros. Yo responderé lo mismo que a la pregunta anterior.
Añadiré algo más: que esa velocidad te permita tocar TOTALMENTE RELAJADO. Sin tensión en los dedos, brazos, cuello. Sin nervios. Con la sensación de tenerlo todo bajo control y de estar tocando a gusto.

3º Aumentad la velocidad POCO A POCO. No suele funcionar lo de empezar con el metrónomo a 52 y pasarlo directamente a 120.
MUY IMPORTANTE: que con el aumento de la velocidad no aparezca la tensión. Se trata de tocar a 120 con la misma sensación placentera que a 52.


Concierto de la Joven Banda de Doble Caña de Navarra

La Joven Banda de Doble Caña de Navarra ostentará este nombre hasta que se nos ocurra entre todos uno más breve y más bonito.
Echó a andar el curso pasado, gracias a la iniciativa del profesor de oboe del Conservatorio Profesional Pablo Sarasate de Pamplona, Pello Ruiz, que promovió el primer concierto a modo de encuentro de oboístas y fagotistas con repertorio navideño en diciembre de 2012. El profesor de las Escuelas de Burlada y Tafalla, José Luis Larraburu, ofreció también ese concierto en Burlada. Unos meses más tarde los profesores de Tudela -Bea Monreal- y Berriozar y Barañáin -José Martínez- organizaron un concierto para la banda en la Escuela de Música de Berriozar.

En todos los encuentros han participado alumnos oboístas y fagotistas tanto del conservatorio profesional como de las escuelas de Barañáin, Berriozar, Burlada, Tafalla, Tudela (y otras escuelas de la Ribera de Navarra) y Pamplona.

A partir de ahí nos planteamos repetir estos encuentros cada curso repitiendo, por un lado, el concierto navideño en el precioso auditorio del Conservatorio y, por otro, celebrando un encuentro organizado cada año por una de las Escuelas.

Este año nos toca organizarlo a la Escuela Joaquín Maya de Pamplona, y después del gran ensayo general que tuvimos el 15 de marzo en la Escuela llegó el momento esperado: el concierto.

Tendrá lugar a las 19,30 horas del miércoles 2 de abril en Civivox Iturrama que está en la Calle Esquíroz, 24 de Pamplona.

¡¡¡Os va a encantar!!

jueves, 20 de marzo de 2014

Estudiar con una orquesta en casa

Esta entrada está especialmente dedicada a los oboístas de la Escuela de Música Joaquín Maya.

Próximamente tenemos un concierto con la Joven Banda de doble caña de Navarra. ¿Queréis una ayudita para entreteneros al tiempo que estudiáis la música para los fuegos artificiales?

Poned vuestra caña a remojo, coged vuestro oboe, colocad el atril con las partituras y ¡a tocar con la orquesta!

Aquí va la Obertura: (tened en cuenta que nosotros no la tocamos completa)



...y aquí tenéis el minueto final. Una vez que os salga muy bien con este vídeo...coged el metrónomo, subidlo unos cuantos puntos y tocad todo de nuevo. La versión de nuestro director tenía un tempo más animadillo.



¡A disfrutar!

martes, 11 de marzo de 2014

Bienvenida

Hola a todos

Se presenta esta oboísta entusiasta de la música en este nuevo blog que espero tener tiempo de mantener al día.
Quiero aquí compartir información, reflexiones, enlaces  a blogs que me gustan, recursos didácticos...todo lo que creo que podría interesar tanto a profesores como a estudiantes de música.

Como primera entrada del blog y casi a modo "declaración de intenciones" os cuelgo un vídeo que me encanta. Belleza.
(Vale, el vídeo no es tal porque es un archivo de sonido con una foto fija pero...es que la música invita a cerrar los ojos y disfrutarla. Ah, suena un oboe.)